jueves, 24 de febrero de 2022

CHICLAYO, VISTO POR UN POLÍTICO EN 1940

 


CHICLAYO, VISTO POR UN POLITICO EN 1940


                                                         Ricardo Martínez de la Torre

Siempre es gratificante encontrar en la bibliografía peruana, narraciones que nos muestren como era Chiclayo en un momento del tiempo. En esta oportunidad nos vamos a referir a la visita que hizo en aquel año de 1940, un personaje de la historia política del Perú, Ricardo Martínez de la Torre, escritor y periodista (Lima 1904/ ? ). Fundador del Partido Socialista junto con José Carlos Mariátegui, autor de varias publicaciones como “El movimiento obrero en 1919” (1928), “Apuntes para una interpretación marxista de Historia Social del Perú” (4 tomos).

Es precisamente en el tomo dos de estos “Apuntes”, publicado en 1948 que transcribe entre otros, un artículo que publicó en la revista “Democracia y Trabajo” N° 17 el 30 de marzo de 1940 titulado: POR TRUJILLO Y CHICLAYO- Impresiones de un viaje al Norte.

                                                 El Autor junto a José Carlos Mariategui

Lo poco que dice de Trujillo es: “Mi viaje ha sido sumamente corto. Estuve en Trujillo una tarde. Es una ciudad condenada a desaparecer. La mata el latifundio de Casa Grande. El Comercio no puede competir con los señores Gildemeister, pues las mercaderías se venden en los tambos de estos señores a un precio vedado al comerciante trujillano. Es la lucha del que paga más impuestos, contra el que los defrauda”.  

Ahora veamos lo que dice de Chiclayo, aquel político socialista peruano, todo lo contrario a lo expresado para Trujillo: “En Chiclayo permanecí dos días. Es esta una ciudad activa, en crecimiento, de un comercio próspero y movido. Estuve en contacto directo con los elementos populares. He podido recoger muchas demandas, que considero justas y deben ser atendidas”.

En lo referente a las necesidades de Chiclayo, (Aunque en lo referente a los bomberos, lo dice porque no tenía local de operaciones, porque ya estaba creada años antes)  expresándose así: “Entre los muchos problemas de Chiclayo, existe la necesidad de crear un cuerpo de bomberos, un stadium, la construcción de una nueva cárcel. La que hay actualmente, se encuentra en ruinas, en condiciones pésimas de salubridad; carece de agua. Los presos reclaman que se les pague nuevamente los cuarenta centavos diarios que recibían por alimentación, que han sido suspendidos. Los alimentos que reciben, en cambio, son de pésima calidad. Hay, además, que construir un Asilo para Ancianos Desamparados. Cien o más ancianos de ambos sexos vagan por las calles ejerciendo la mendicidad y durmiendo en la vía pública, existe igualmente, el problema de los panaderos nacionales. Las pulperías chinas adquieren exclusivamente el pan de las panaderías chinas. Hay que prohibir la reventa del pan. Permitir su venta en las panaderías y en los puestos de las mismas. Así se beneficiaría el público y los panaderos nacionales podrían vivir”.


                                                  El Chiclayo que vió Martínez de la Torre

Al tratar los problemas de Chiclayo se refiere al Barrio “Las Latas” y dice: “Las condiciones de salubridad son deficientes, por ejemplo un barrio denominado de “las latas” en el que habitan cinco mil personas. Se alojan en viviendas levantadas con maderas viejas y latas de gasolina, sobre un suelo pantanoso. De aquí que la tuberculosis en Chiclayo aumente en forma alarmante”.

Sobre las mejoras de ciudad en las que tiene que ver el Municipio expresa: “Actualmente se llevan a cabo los trabajos de agua y desagüe. Se obliga a los propietarios de fincas a pagar al contado el fuerte desembolso que les corresponde por gastos de conexión de los servicios. Los pequeños propietarios solicitan del Municipio un plazo de amortización mensual de cinco años. Creo que esta forma de pago, que se emplea en Lima debe aplicarse en Chiclayo. Otro reclamo contra el municipio consiste en lo referente al ensanche de las calles. Los pequeños propietarios de casas reclaman que se les indemnice equitativamente el importe de los tres metros en el retiro de las fachadas. Con esta indemnización, el ensanche se haría en forma más acelerada”.

Luego trata el problema del campesinado lambayecano, informando al respecto de la siguiente manera: “situación del campesino merece especial mención. Los campesinos son víctimas de los terratenientes y molineros, que constituyen un factor de encarecimiento artificial de la vida. De otro lado, el pequeño campesino está siendo gradualmente expropiado por el latifundio. Existe el monopolio de agua. Se hace urgente reformar los procedimientos empleados por el Banco agrícola y acudir en ayuda de los pequeños cultivadores del suelo, salvándolos de los prestamos usurarios que terminan por privarlos, a vil precio, de sus propiedades.

Los latifundistas continúan empleando el sistema del “enganche”. Los “enganchadores” traen de la sierra contingentes de indios que son víctimas de una doble explotación. Por un pequeño adelanto que perciben tienen que pagar intereses que se acumulan progresivamente. Del sol y quince centavos que perciben diariamente, pagan, además del interés, quince centavos diarios al enganchador, de manera que solo reciben un sol. Son obligados a comprar en el tambo del enganchador, sin libertad de hacerlo donde el precio sea más beneficioso para ellos. No existe jornada de trabajo en el campo, aplicándose el sistema de “tareas””.

                                                               Portada de su libro

Luego de hacer un análisis general del país termina refiriéndose al departamento: “Después de las masacres provocadas por los hacendados a fin de romper la organización sindical, con el actual restablecimiento de las libertades democráticas en todo el país, los obreros se reorganizan para velar por e cumplimiento de las leyes sociales dictadas y por dictarse. La presencia de una autoridad democrática como el subprefecto Alberto Manini ha ejercido en Chiclayo una influencia decisiva. El pueblo siente que cuenta con un régimen que se preocupa de sus intereses”.

Este pues el Chiclayo de 1940 descrito, a los ojos de un político socialista.


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