UN ESPAÑOL
AVENTURERO EN CHICLAYO (1863)
Corría
el mes de agosto de 1863 cuando tuvo lugar en la hacienda de Talambo un grave
incidente social. Por esa época, la mencionada hacienda estaba dentro de la
provincia de Chiclayo y tenía como producción principal el algodón; su
propietario era don Manuel Custodio Salcedo Peramás * quien con su socio
Ramón Azcárate (guipuzcoano) trajeron de España sesenta familias, llegadas en
1860, a fin de dedicarlas al cultivo algodonero. El incidente al que nos
referíamos tuvo su antecedente en las reclamaciones de los colonos por
incumplimiento de los términos del contrato y llegó a su punto culminante con
el asesinato del colono Juan Miguel Ormazabal más un saldo adicional de cuatro
de sus compañeros heridos. En los días que siguieron tuvieron lugar hechos
condenables cometidos por gente de la zona en agravio de los colonos extranjeros. A ello se sumó la
inacción de las autoridades tanto políticas como judiciales. La corte de
justicia había dado un tratamiento inadecuado a la causa de Talambo provocando
el aplazamiento indefinido del castigo de los criminales lo que dio motivo a
una enérgica protesta del Cónsul de España en Lima.
Don Manuel Salcedo y Peramás
España presentó ante el
estado peruano a su embajador en Bolivia con el título de Comisario Especial
Extraordinario de S.M. Católica en el Perú, señor de Salazar y Mazarredo, el
mismo que entregó un manifiesto al gobierno peruano en base a informaciones
recibidas de sus compatriotas, luego de lo cual viajó a España. Posteriores
incidentes, en el ámbito nacional, dieron lugar a las más enérgicas reclamaciones del consulado español
y del gobierno de la península. Entretanto, el almirante de la flota Española,
D. Luis Hernández Pinzón, recibió pedidos de ayuda de varios súbditos españoles
residentes en Lima que notificaron al marino sobre los apuros que estaban
pasando los sobrevivientes de Talambo, muchos de los cuales se habían refugiado
en Lima y Pacasmayo de modo que para recogerlos el almirante Pinzón envió la
goleta Covadonga hacia Pacasmayo. Asimismo, como
medida de presión, el mismo almirante, a instancias del plenipotenciario español,
ocupó las islas de Chincha, situadas a unos 20 km de El Callao y ricas en
guano, ocupación que fue llevada a cabo con prontitud y sin hallar resistencia
de los trescientos soldados peruanos de guarnición (que fueron enviados de
vuelta a El Callao) ni por parte de la corbeta Iquique, que fue
apresada. EL almirante realizó la ocupación a título de reivindicación y exigió
al gobierno de Lima tres millones de pesos como indemnización a los vascos
huidos de Talambo y amenazó con bombardear el Callao si no se cumplían sus
exigencias. El presidente del Perú, general José A. Pezet, terminó aceptando
dichas exigencias y con ello el tema de Talambo se convirtió en el pretexto usado por España para
declarar la guerra al Perú, la misma que culminó en el combate del 02 de mayo
de 1866.
El evento de Talambo y
sus derivaciones bélicas dejaron en evidencia la intención española de
recuperar sus antiguas colonias, pero al mismo tiempo que las condiciones para
conseguirlo se iban alejando cada vez más a pesar de las debilidades de las
jóvenes repúblicas americanas. En concordancia con ello el ánimo popular dejaba
entrever con mayor o menor razón su rechazo a lo español.
Como anotamos más arriba
poco después de los sucesos de Talambo se reportaron atropellos y vejaciones
contra españoles en diversos puntos del pais: Ramón Prieto en Singa (Junín)**,
Juan José Uceda en Poloc (sic.) (Cajamarca: es Polloc), José Manuel Barros en
Moyobamba, Lorenzo Apaulaza en Abancay y Ramón Contador en Chiclayo.
Veamos más de cerca al
último de los nombrados. El señor Ramón Contador llegó con su esposa a Chiclayo
como abogado conocedor de las leyes y se distinguió porque habitualmente sus
escritos podían ser calificados de “descomedidos”. En una de las causas que
defendió, y arrastrado por su carácter impetuoso, “dirigió en la plaza pública
palabras ofensivas al juez, abusando así de la natural benignidad de nuestras
autoridades. No contento con esa falta, amenazó de muerte al actuario, pistola
en mano; y hubiera consumado su amenaza sin los esfuerzos de su esposa para
contenerlo”.
Pero es conveniente
retroceder en el tiempo a fin de tener una idea más clara de la persona que
respondía al nombre de Ramón Contador Muñoz ***. Había pasado por Arequipa
esparciendo la voz de que era abogado, ingeniero civil del Estado y químico
además de representante de la nación española en la isla de Cuba. Durante su
estadía en Camaná recibió el apodo de
“Doctor Gavilán” por los engaños que cometió en agravio de varios ciudadanos: a don Juan Riega le robó unas
onzas de oro, a don Pedro Delgado carneros, gallinas, chanchos y algunas
arrobas de aceite, engañó asimismo a hacendados y comerciantes de los que
obtuvo mercancías fiadas y dinero prestado que jamás devolvió. Lo más
resaltante fue el engaño del que resultaron víctimas el cura vicario don José
Mariano de la Cuesta y la municipalidad por una suma superior a los
cuatrocientos pesos que debía destinarse a la construcción del altar mayor del
templo de Nuestra Señora de la Concepción, propósito que quedó truncó cuando el
“abogado” Ramón Contador rescindió el contrato después de haber recibido adelantos de dinero todo lo
cual provocó el levantamiento del pueblo, cansado de sus atropellos; Contador
fugó hacia Arequipa, asegurando que devolvería el dinero y, quizás en prueba de
su supuesta buena fe, dejó un garante que tuvo que asumir la deuda de lo
ilegalmente apropiado por Contador. Subrayemos que hasta el final de su
permanencia en Camaná siguió con sus particulares hábitos al apropiarse de los
“útiles de marcha” que le dieron prestados y hasta “los derechos de flete” de
un arriero que llevó consigo.
Al parecer, Contador
decidió poner la máxima distancia con sus perseguidores y viajó al norte. Fue así como llegó a Chiclayo y pronto
volvió a hacer de las suyas tal como lo dijimos en uno de los párrafos
anteriores y del mismo modo que en Camaná también en Chiclayo el señor Contador
llegó a sentir la indignación general de los pobladores, aunque en esta ocasión
y por “los supuestos estropeos y vejámenes que dice le infirieron” se adelantó
a recurrir a las autoridades judiciales y administrativas nacionales en demanda
de garantías. (desconociéndose en qué concluyeron dichas demandas).
Libro consultado sobre el tema
Esta es a grandes rasgos la historia de un aventurero
venido de fuera que logró convencer a la gente sencilla de provincias de una
grandeza que solo existía en su imaginación pero que le permitió gozar de
beneficios irregulares durante un buen tiempo.
*Manuel Salcedo nació en
Lambayeque en 1802 y falleció el 11 de junio de 1877; casó en la Iglesia de
Lambayeque con María Josefa Ruiz Ugaz. El presidente Augusto B. Leguía Salcedo
fue su sobrino nieto. Según el investigador Jorge Izquierdo Castañeda, Manuel
Salcedo donó el reloj que se encuentra en la torre de la Iglesia San Pedro de
Lambayeque.
** En 1823 pasó pertenecer a Huánuco, después a Junín y
el 24 de enero de 1869 quedó integrado al departamento de Huánuco.
***Ramón de Contador
Muñoz nació en Almagro, provincia de Ciudad Real, comunidad autónoma de
Castilla – La Mancha ( España ), en 1818; contrajo matrimonio en Arequipa con
Manuela Gregoria Valdivieso Bustamante el 27 de octubre de 1860 y falleció en
Lima el 13 de octubre de 1891.
-Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores
presentó a la Legislatura Ordinaria de 1864 sobre los asuntos de España.
-Dibujo de Noé Solano V.,
tomado del libro “Anecdotario Nacional” de Carlos Fernández Mora –Segundo Tomo –San José –Costa Rica 1956.
-Datos tomados
de Internet: