CHICLAYO,
VISTO POR UN POLITICO EN 1940
Ricardo Martínez de la Torre
Siempre es gratificante
encontrar en la bibliografía peruana, narraciones que nos muestren como era
Chiclayo en un momento del tiempo. En esta oportunidad nos vamos a referir a la
visita que hizo en aquel año de 1940, un personaje de la historia política del
Perú, Ricardo Martínez de la Torre, escritor y periodista (Lima 1904/ ? ). Fundador
del Partido Socialista junto con José Carlos Mariátegui, autor de varias
publicaciones como “El movimiento obrero en 1919” (1928), “Apuntes para una
interpretación marxista de Historia Social del Perú” (4 tomos).
Es precisamente en el tomo
dos de estos “Apuntes”, publicado en 1948 que transcribe entre otros, un
artículo que publicó en la revista “Democracia y Trabajo” N° 17 el 30 de marzo
de 1940 titulado: POR TRUJILLO Y CHICLAYO- Impresiones de un viaje al Norte.
Lo poco que dice de Trujillo
es: “Mi
viaje ha sido sumamente corto. Estuve en Trujillo una tarde. Es una ciudad
condenada a desaparecer. La mata el latifundio de Casa Grande. El Comercio no
puede competir con los señores Gildemeister, pues las mercaderías se venden en
los tambos de estos señores a un precio vedado al comerciante trujillano. Es la
lucha del que paga más impuestos, contra el que los defrauda”.
Ahora veamos lo que dice de
Chiclayo, aquel político socialista peruano, todo lo contrario a lo expresado
para Trujillo: “En Chiclayo permanecí dos días. Es esta una ciudad activa, en
crecimiento, de un comercio próspero y movido. Estuve en contacto directo con
los elementos populares. He podido recoger muchas demandas, que considero
justas y deben ser atendidas”.
En lo referente a las
necesidades de Chiclayo, (Aunque en lo referente a los bomberos, lo dice porque
no tenía local de operaciones, porque ya estaba creada años antes) expresándose así: “Entre los muchos problemas de
Chiclayo, existe la necesidad de crear un cuerpo de bomberos, un stadium, la
construcción de una nueva cárcel. La que hay actualmente, se encuentra en
ruinas, en condiciones pésimas de salubridad; carece de agua. Los presos
reclaman que se les pague nuevamente los cuarenta centavos diarios que recibían
por alimentación, que han sido suspendidos. Los alimentos que reciben, en
cambio, son de pésima calidad. Hay, además, que construir un Asilo para Ancianos
Desamparados. Cien o más ancianos de ambos sexos vagan por las calles ejerciendo
la mendicidad y durmiendo en la vía pública, existe igualmente, el problema de
los panaderos nacionales. Las pulperías chinas adquieren exclusivamente el pan
de las panaderías chinas. Hay que prohibir la reventa del pan. Permitir su
venta en las panaderías y en los puestos de las mismas. Así se beneficiaría el
público y los panaderos nacionales podrían vivir”.
El Chiclayo que vió Martínez de la Torre
Al tratar los problemas de
Chiclayo se refiere al Barrio “Las Latas” y dice: “Las condiciones de salubridad
son deficientes, por ejemplo un barrio denominado de “las latas” en el que
habitan cinco mil personas. Se alojan en viviendas levantadas con maderas
viejas y latas de gasolina, sobre un suelo pantanoso. De aquí que la
tuberculosis en Chiclayo aumente en forma alarmante”.
Sobre las mejoras de ciudad
en las que tiene que ver el Municipio expresa: “Actualmente se llevan a cabo los
trabajos de agua y desagüe. Se obliga a los propietarios de fincas a pagar al
contado el fuerte desembolso que les corresponde por gastos de conexión de los
servicios. Los pequeños propietarios solicitan del Municipio un plazo de
amortización mensual de cinco años. Creo que esta forma de pago, que se emplea
en Lima debe aplicarse en Chiclayo. Otro reclamo contra el municipio consiste
en lo referente al ensanche de las calles. Los pequeños propietarios de casas
reclaman que se les indemnice equitativamente el importe de los tres metros en
el retiro de las fachadas. Con esta indemnización, el ensanche se haría en
forma más acelerada”.
Luego trata el problema del
campesinado lambayecano, informando al respecto de la siguiente manera: “situación
del campesino merece especial mención. Los campesinos son víctimas de los
terratenientes y molineros, que constituyen un factor de encarecimiento
artificial de la vida. De otro lado, el pequeño campesino está siendo
gradualmente expropiado por el latifundio. Existe el monopolio de agua. Se hace
urgente reformar los procedimientos empleados por el Banco agrícola y acudir en
ayuda de los pequeños cultivadores del suelo, salvándolos de los prestamos
usurarios que terminan por privarlos, a vil precio, de sus propiedades.
Los latifundistas continúan
empleando el sistema del “enganche”. Los “enganchadores” traen de la sierra
contingentes de indios que son víctimas de una doble explotación. Por un
pequeño adelanto que perciben tienen que pagar intereses que se acumulan progresivamente.
Del sol y quince centavos que perciben diariamente, pagan, además del interés,
quince centavos diarios al enganchador, de manera que solo reciben un sol. Son
obligados a comprar en el tambo del enganchador, sin libertad de hacerlo donde
el precio sea más beneficioso para ellos. No existe jornada de trabajo en el
campo, aplicándose el sistema de “tareas””.
Luego de hacer un análisis
general del país termina refiriéndose al departamento: “Después de las masacres
provocadas por los hacendados a fin de romper la organización sindical, con el
actual restablecimiento de las libertades democráticas en todo el país, los
obreros se reorganizan para velar por e cumplimiento de las leyes sociales
dictadas y por dictarse. La presencia de una autoridad democrática como el
subprefecto Alberto Manini ha ejercido en Chiclayo una influencia decisiva. El
pueblo siente que cuenta con un régimen que se preocupa de sus intereses”.
Este pues el Chiclayo de
1940 descrito, a los ojos de un político socialista.