miércoles, 19 de enero de 2022

ANÉCDOTAS MÉDICOS LAMBAYECANOS (FINALES SIGLO XIX)

 


ANÉCDOTAS MÉDICOS LAMBAYECANOS (FINALES SIGLO XIX)

 

                                                     Dr. Leonidas Avendaño Ureta

Nuestra historia está llena de anécdotas, que han sido escritos por muchas personas que fueron participes o les contaron al respecto, tenemos el caso de NIXA, José Vicente Rázuri “lata”, por nombrar los mas destacados. En lo referente al tema médico tenemos al Dr. Miguel Salas Asencio con sus “Impresiones de un médico rural” 1936- 1941 publicado en 1960 sobre sus experiencias en la hacienda Tumán.

En esta ocasión nos vamos a referir a dos anécdotas publicadas en “La Crónica Médica” en Abril de 1934, # 850, número de esta revista en la que en su mayor parte le rinden homenaje al doctor Leonidas Avendaño por sus 50 años de labor profesional. ¿Pero que relación existe con nuestra región?.

Leonidas Avendaño Ureta (Lima 1860/1946) quien se gradúa de médico en 1884, llega a la hacienda Pátapo a laborar y posteriormente pasa a trabajar al antiguo Hospital de “Las Mercedes” de Chiclayo (el de la esquina de la calle Real con San Sebastián).



En 1897 en el hospital se empezó a acondicionar el servicio de cirugía, el que fue reabierto al año siguiente con el nombre de “Francisco Puccio”, siendo la primera vez que un servicio hospitalario peruano tomaba el nombre  de un médico y no de un santo como era costumbre; gracias a la iniciativa del Dr. Avendaño, quien deja Chiclayo para ir a laborar a Lima donde desarrolla una brillante labor profesional.

Dos años después, en 1899, la Sociedad de Beneficencia Pública de Chiclayo, reconstruyó los servicios médicos, dividiéndolos en dos salas: la sala para hombres que tomó la denominación de Dr. Leonidas Avendaño” (Por la huella como profesional dejada en este establecimiento)  y la sala de mujeres fue conocida como “Sra. Asunción Salazar” (En reconocimiento a su labor social de esta señora en beneficio del hospital).

Estos anécdotas del Dr. Avendaño, sucedieron finales del siglo XIX, son dos anécdotas referidas a nuestra región, que como él lo dice se le quedaron en el tintero ya que en 1929 publicó su librito titulado “De la cosecha ajena y de la propia”. Las publicados que hacemos referencia  lo hace  junto a otras en la revista limeña mencionada párrafos arriba. No tienen título pero le estamos proponiendo uno, para su conocimiento, de acuerdo a lo que trata.

SUSTO DE UNA SEÑORONA:

“Ejercía la profesión en Chiclayo, a mediados de 1896. Una mañana temprano se me llamó para asistir a una parturienta. Después de examinarla hice presente a sus familiares que todavía faltaban algunas horas para que se efectuara el parto, y como no podía quedarme a la cabecera de la enferma, avisaran a mi casa si sobrevenía algo urgente antes de mi regreso.

Debo dejar constancia que en Chiclayo solo habían dos casas de patio, con reja en el zaguán y que al frente de ambas existía una farmacia. En una de ellas, situada en la calle Real y fronteriza a la botica del Dr. Salazar, vivía una señora respetable casada con un  prestigioso comerciante italiano. La otra ubicada en la calle de Balta, a seis cuadras de la anterior, y con la botica del Dr. Chacaltana al frente, era mi domicilio.

Se aproximó el momento del parto; la familia comisionó a un sujeto – que conforme al dicho de Don Ricardo palma, tenía “el talento en geringuilla” - , para que me llamara.

Este pasó por la calle Real; se encontró con una casa con reja y botica al frente y sin vacilación alguna entró y llamó a la puerta de la sala. Sale la señora dueña de la casa y el sujeto, con gran estulticia y enorme precipitación, le dice: -“Manda a decir la mujer que está pariendo que vaya pronto el señor”.



Puede calcular el lector, cual sería el estupor de la señora al recibir este aviso. Felizmente, muy pronto pudo aclararse el grosero error cometido por tan ignorante individuo”.

En este primer anécdota, menciona a los doctores José Diez Salazar y al Dr. Pedro Pablo Chacaltana Reyes quienes tenía sus boticas (ya para esos años había dejado Chiclayo y su Botica el Dr. Francisco Puccio). Sobre la referencia de la esposa del prestigioso comerciante italiano, podemos sospechar se trataría de un Dall’Orso, del Sr. Luis Salvador Descalzi  o algún otro comerciante italiano.

La segunda anécdota la hemos titulado :

PARTO EN EL VAGÓN:

“En una mañana llegué a la ciudad de Monsefú, llamado de Chiclayo para visitar a un enfermo. En la estación del ferrocarril me esperaba un individuo que me solicitó para que atendiera a una parturienta, en la que se presentaba un caso de distocia. Prometí acudir, como lo hice una vez que terminara con el primer enfermo.

Una vez en la casa, encontré a una mujer en pleno trabajo del parto, en posición de intervención obstétrica y por cuya vulva salía un brazo del feto excesivamente congestionado. No cabía vacilación posible sobre el diagnóstico: se trataba de una presentación de hombro; y la indicación, practicar la versión. A pesar de mis esfuerzos, me fue imposible penetrar al interior del útero, por impedírmelo la contracción enérgica del órgano. En tan crítica situación, oigo que una de las comadres viejas, de entre las que espetaban la escena, exclamó-:”si le habrá hecho daño el secale que le ha dado”. Comprendí en el acto lo que sucedía; el útero estaba tetanizado por el cornezuelo de centeno, imprudentemente administrado y era imposible extraer al feto mientras no se relajara el órgano exageradamente contraído. Hice tomar a la paciente, doce gotas de láudano- providencialmente proporcionado por un vecino diligente- y ordené que se condujera al hospital de Chiclayo, para efectuar la intervención que estaba indicada.



En plena marcha del convoy entre Monsefú y Chiclayo, se me acercó el conductor del tren y con mucha solemnidad me dijo – “doctor, esa mujer está pariendo en el furgón”. Me traslado al carro de carga, examino a la parturienta, compruebo que el feto a salido y estaba muerto entre las piernas de la mujer y que se producía una pequeña hemorragia por la vulva. Me doy cuenta que hay un desprendimiento parcial de la placenta y que urge extraerla rápido para evitar que aumente la hemorragia. Como buenamente pude, me levanté la manga del saco y el puño de la camisa; introduje la mano, encuentro la placenta parcialmente desprendida, la extraje y cesa en el acto el flujo sanguíneo. Como no hay agua para lavarme la mano, me la limpio con un poco de guaipe, traído de la locomotora. La enferma llega al Hospital de Chiclayo, el puerperio evoluciona sin complicación alguna y su restablecimiento se efectúa en pocos días.



He aquí un caso en el que, sin intervención alguna, pudo haberse efectuado la expulsión espontánea del feto y el parto normal”.

En este anécdota se describe con claridad, como era el trabajo de los médicos finales del siglo XIX, todo lo que tenían que hacer sin ayuda de tecnología o medicamentos. Este fue un parto con el feto en mala posición, utilizando gotas de láudano que era en base de morfina.

Estas son pues dos anécdotas perdidas sobre nuestra región, rescatadas para conocimiento de los estudiosos e interesados en conocer más de nuestra história.

. -Dibujos de Noe Solano V. Costa Rica. 1956. Del libro Anecdotario Nacional .segundo tomo de Carlos Fernandez Mora.

-Foto del internet 

martes, 18 de enero de 2022

DE LA MARCHA DEL C.N.I. AL HIMNO DEL BICENTENARIO

 

DE LA MARCHA DEL C.N.I. AL HIMNO DEL BICENTENARIO

 

Amigo lector, Ud. Se preguntará, qué relación existe entre la marcha de un Colegio de Iquitos y el Himno al Bicentenario de nuestra Independencia Nacional. Paso a explicarles mediante algunos semblanzas  biográficas:


                                            Lorenzo Lujan Darjón (señalado con la flecha)

LORENZO LUJÁN DARJON (MI BISABUELO MATERNO):

(Chachapoyas 3-3-1873/ Iquitos 22-2-1961) Sus padres fueron Lorenzo Luján Grau (trujillano) y Manuela Darjón (Chachapoyana). Sus primeras lecciones de música las recibe de su padre, convirtiéndose en un destacado músico; su primer trabajo fue en la Banda de Músicos de la Villa de Guadalupe, (es allí que se conocen con mi bisabuela Julia Deza Alvites) luego pasa a San Pablo y de allí a Chiclayo.

Posteriormente viaja a Iquitos como integrante de la Banda del Segundo Regimiento de Loreto, donde su padre era Director para luego viajar  al Brasil a perfeccionarse.

Fue profesor fundador del Colegio Nacional de Iquitos hasta su jubilación en 1953. Fue autor de muchas composiciones entre valses, polkas, marchas militares como “Leticia”, “Regreso de los voluntarios”  y la mejor según sus palabras “es la Marcha del C.N.I. que ha hecho historia en todo el Perú”.

La Escuela Regional de Música de Iquitos lleva su nombre.

                                                   Zarela Cubas Reategui (foto años 50)

ZARELA CUBAS REÁTEGUI (TIA PATERNA):

Hija de Felipe Cubas Rioja (hermano de mi abuela paterna) (Lamas 8-12-1932) y de Adela Reátegui, Zarela a los seis años inicia su afición por la música por una vecina que enseñaba a tocar piano y la acoge al ver su talento.

Es en 1941 que conoce al insigne maestro Lorenzo Lujan Darjon, de quien comienza a tomar clases de piano, por motivo familiares tuvo que dejar Iquitos para residir en Lamas (San Martín) estudiando en el Colegio Británico de esa ciudad, donde la directora Margarita Hudson apoyó su talento musical; dos años después regresa a Iquitos donde continua sus lecciones de música con el maestro Luján, quien en la celebración de su cumpleaños 68, sus alumnos le dedicaron ejecuciones musicales y al escucharla tocar al piano “La Polonesa” de Chopin,  vaticinó que ella sería su sucesora en la enseñanza de la música.

Graduándose  de pianista, fue maestra en la Escuela Normal y en el Colegio Nacional de Iquitos, contrajo matrimonio con el destacado maestro Cesar Torres Mestanza.  Su fama de buena pianista llega a oídos del músico y cineasta Antonio Wong  quien tenía muchas composiciones como “Bajo el sol de Loreto”,  quien le solicita tocar su famoso vals en el modo de serenata (vals lento) como a él le gustaba.

Zarela Cubas se jubila como profesora en el Colegio Nacional de Iquitos y hasta hoy continúa deleitando a sus amistades con su técnica que sigue cautivando a sus oyentes.

                                                              Angel O. Diaz Villegas

ANGEL OCTAVIO DIAZ VILLEGAS (MI ABUELO PATERNO):

(Bambamarca 26-7-1895/Chiclayo 20-7-1987) Reconocido maestro primario, profesor del Colegio San José, quien además fundó su colegio “Hipólito Unanue”. Aunque no era músico pero adaptó sus creaciones de canciones escolares a melodías de la época, como “El Retorno” (1927) “Increpación a un escolar”(1963) o su canción “El Saber” (tango adaptado a la música de Fumando espero). O “Mis deseos” que un fragmento dice así:

Solamente aprendo/ Si estoy atento/ si estoy contento/ con mi profesor…..

En ese afán de escribir canciones escolares es que solicita a un amigo plasme al pentagrama lo que en su cerebro escuchaba de melodía para su canción “La Suma”  escribiéndola Rafael N. Quesquén  en la Villa de Eten el 12 e agosto de 1949.

                                                  Partitura de su canción "La Suma" 

Demostrando de esta manea su espíritu musical que trata de suplir el no saber música, apoyándose en verdaderos músicos.


                                                   Rossana con uno de sus reconocimientos

MARIA ELENA ROSSANA DIAZ TORRES (MI HERMANA):

Chiclayana,  ex alumna del Colegio Rosario, promoción 1973, inicias sus clases de piano a los 6 años en la academia del profesor Cesar Albujar R., .Graduada en la Universidad Pedro Ruiz Gallo de Ingeniero Zootecnista y años después como Profesora de educación Inicial.   

Se perfecciona en técnicas musicales en Trujillo y Lima además de Bélgica y Dinamarca. Ingresa a trabajar a la Escuela regional de Música “Ernesto López Mindreau” en donde labora actualmente.

Ha ganado entre otros, el concurso a la música del Himno de la Región Lambayeque,  la letra y música del himno a la Legión de Honor “José Abelardo Quiñones González”  y últimamente el Concurso a la música del Himno del Bicentenario , dejando atrás a más de 130 participantes de todo el Perú y el extranjero.

Esta son unas sucintas biografías de personajes del norte del Perú que han querido aportar con su talento a la sociedad. Como dice el viejo refrán: Quien lo hereda no lo hurta.


martes, 11 de enero de 2022

EL DPTO. DE LAMBAYEQUE A LOS OJOS DE UN CHILENITO (1881)

 

EL DPTO. DE LAMBAYEQUE A LOS OJOS DE UN CHILENITO (1881)

Para la segunda ocupación chilena al departamento de Lambayeque en la Guerra del Pacífico,  llegaron la compañía de Zapadores, Lautaro y Concepción, quienes a principio de Abril  de 1881 salieron desde Trujillo, desembarcando el día 12 en el Puerto de Eten.

Para controlar las principales ciudades del departamento, las compañías fueron distribuidas en cuatro guarniciones (en Eten, Pimentel, y dos en Chiclayo). Al siguiente día de llegar el comandante Eulogio Robles, publicó un bando anunciando que asumía la Jefatura del departamento; y que serían juzgados los que “hicieran armas” contra la fuerza de ocupación.



Lo que viene a continuación, es lo que un muchacho chileno, oficial miembro de la compañía “Lautaro” con tan solo 16 años narra de su estadía en el departamento, en primer momento en una de las dos guarniciones que se establecieron en Chiclayo:

“Los oficiales alojábamos en el cuartel y comíamos en el mejor restaurant del pueblo, de propiedad de un chino”.

Los días los pasaban haciendo ejercicios, academias e instrucciones a la tropa, por lo que muchos soldados estaban cansados y hacían comentarios sobre la demora en firmarse la paz.

SUSTO DE LOS CHILENOS: Aquel muchacho oficial chileno en las reuniones de la oficialidad especialmente en las comida, siempre recordaba e insinuaba que debían celebrarse con gran solemnidad el aniversario de Arica, Tacna e Iquique. En la víspera de la celebración del combate de Iquique se acordó solamente que se cantaría el himno chileno, se izaría la bandera en el cuartel y se mejoraría el rancho. Pero esto es lo que hizo aquel chilenito en el parque de Chiclayo: “Compré un cajón de gruesos cohetes y al rayar e alba los hice explotar en las cuatro esquinas de la plaza. Eran cohetes muy gruesos y los estampidos que produjeron semejaban cañonazos. Como todavía no se tocaba diana, todos dormían y alarmados se levantaron creyendo era una sorpresa del enemigo.

La diana de ese día se vio presidida por el comandante Robles y asistieron todos los oficiales y capitanes; y yo después de ella, pasé al cuarto de banderas arrestado, aparte de la severa reprimenda que recibí. No obstante estaba contentísimo y ni la prisión con centinela de vista habría hecho disminuir mi alegría…….”.

SU COMPAÑÍA “LAUTARO” PASA A LAMBAYEQUE:  En junio de ese año de 1881 fue enviada su compañía de este muchacho chileno a Lambayeque, Los oficiales chileno vivían en el cuartel pero comían junto a los capitanes y al comandante Carvallo Orrego en una extensa y bien amoblada casa convertida en la Comandancia.

Sobre la situación como se vivía en Lambayeque la describe de esta manera: “ El alcalde municipal proveía nuestra mesa con lo mejor del mercado. Residía en este pueblo un caballero francés, dueño o administrador de un gran fundo, casado con una señora chilena, y ambos dispensaron a los oficiales muy cordial recibimiento, y con frecuencia visitábamos su casa. También frecuentábamos la de un caballero inglés o norteamericano, administrador de los extensos y productivos fundos de la familia chilena Ramos y Ramos, y que además era cónsul. Y a poco entramos en cordiales relaciones con casi todas las principales familias peruanas.

Era costumbre en ellas salir en las tardes a las puertas de la calle y sentarse a gozar del fresco. Los oficiales nos paseábamos por el centro de la calle; y el comandante Carvallo Orrego, los capitanes, el alcalde y dos o tres caballeros peruanos y extranjeros; conversaban formando grupo en una esquina o se paseaban también.

Los oficiales supimos pronto los nombres de casi todas las niñas del pueblo y ellas el de nosotros, según lo supimos por diferentes conductos; y con algunas habíamos tenido furtivas entrevistas y hasta cambiado cartas; pero no éramos amigos de poder visitar las casa de ninguna familia.”.



COSTUMBRE YA DESAPARECIDA: Aunque era ya una animada fiesta caída en desuso, esta consistía en salir al campo a comer una ternera asada con cuero (nombre que ya no recordaba) pero que gracias a un señor “solterón” que conocía a casi todas las familias fue quien organizó este paseo al que concurrieron como treinta personas, veamos como el oficial chileno lo explica: “Un joven elegido por sorteo, debía colocar una aceituna dentro de un huevo, cocido y duro, que una niña también elegida por sorteo, debía presentarle al joven.

Decían que el señor solterón, director de la fiesta, había hecho trampas en el sorteo, porque resultaron favorecidos por la suerte, ordinariamente tan veleidosa, el subteniente señor Salas Marchán y una de las niñas con la cual formaba la pareja más amartelada de la reunión”.

“…..se continuó el curiosos proceso de la preparación de la ternera para ser asada. Un pájaro pequeño se rellenaba con el huevo, con el pájaro un pollo, con este un pato, con el pato un pavo, que a su vez se introducía en un cordero, y este en la ternera, que con cuero, pezuñas y cuernos esperaba abierta, muy adornada y colgada de un árbol, la solemne ceremonia de beber rodeándola todos, y escanciar sobre ella parte del licor. Se cantaron también, acompañándose con guitarra, canciones alusivas al acto”.

“….Después se enterró la ternera en un hoyo preparado con anticipación, donde había piedras caldeadas a muchos grados. Se agregaron camotes, yucas, zapallos y otros variados comestibles y se tapó con bastante leña y cuando estuvo prendida lo suficiente, el hoyo se rellenó con tierra y se pisoneó.

Mientras se hacía la cocción, que demoró como tres horas, se bailaba, bebía y comía, iniciando el baile los reyes de la fiesta”.

“……Con afilados cuchillos la pelaron hasta sacarle el cuero y bien limpia fue llevada bajo la ramada y colocada en una mesa…….Era en verdad un sabroso asado y todos comimos hasta hartarnos; disponiendo en seguida el señor solterón que se enviaran grandes trozos de los restos a diferentes casas.

Cuando se descubrió el pájaro y de él se sacó el huevo que tenía dentro la aceituna, los reyes de la fiesta lo comieron y distribuyeron a la concurrencia presas del pájaro. Esto dio ocasión para picarescas bromas.

Se regresó al pueblo ya entrada la noche y se continuó la tertulia en casa de una de las familias que participaron en la fiesta”.



HOSTIGAMIENTO POR LOS MONTONEROS: Llegaban noticias que los montoneros recorrían los pueblos del interior, es entonces que se ordenaban expediciones a los pueblos como Monsefú, Ferreñafe, Motupe, Olmos y otros.

El muchacho, oficial chileno de esta nota le correspondió salir en varias de ellas, a un pueblo a ocho a diez horas a caballo que no recordaba el nombre, en donde se pidió cupo caso contrario se iba a incendiar el pueblo, pero esa noche fueron atacados por diez o mas hombres  que luego de un breve tiroteo huyeron dejando tres o cuatro rifles viejos. Al día siguiente con mucho esfuerzo lograron conseguir cubrir el cupo y entregarlo, pero como había sido agredida la noche anterior la tropa de ocupación, tenia la orden si se daba esta situación de incendiar el pueblo pero este muchacho oficial chilena tiene una lucha interna entre cumplir la orden y su conciencia. Pero dejemos que él nos describa estos álgidos momentos:  

“……La lucha que libraba dentro de mi era atroz. Yo quería cumplir la orden recibida, estaba resuelto a ello; y como desde niño veneraba a los sacerdotes, la súplica de ese anciano revestido con sus ornamentos sacerdotales y rodeado de niños, me impresionaba fuertemente y me impulsaba a ser clemente.

Mientras tanto en todas las calles de acceso a la plaza se había congregado el pueblo esperando mi resolución…

Algunos ya habían sacado a la calle algunos muebles y enseres; y otros, con atados de ropa y tiestos en las manos, me miraban angustiados…

El sargento a pocos pasos de mí, y cerca de él el soldado con la lata de parafina y un poco mas alejados el resto de la tropa, parecían decirme: “Y bien, mi subteniente, se cumple la orden o se accede a lo que el curita pide”…

En tan solemne momento, lo aseguro con verdad, pensé en mi madre, en mis hermanos, en mi niñez cuando ayudaba a misa, en la Virgen a quien tanto amaba; y sentí gran piedad por esa sencilla gente. “La orden tengo que cumplirla, señor cura”, dije a éste; “pero no me está prohibido decir a Ud. cómo lo voy hacer cumplir.

Se mojarán con kerosene cuatro casas que pronto señalaré y al frente de ellas quedará un soldado montado encargado de encenderla; saldré con la tropa del pueblo y cuando me haya alejado un o dos cuadras, un toque de corneta indicará a los soldados que deben prender el kerosene, y al galope se juntarán conmigo”.

Me estrechó la mano con efusión mientras me daba las gracias y presuroso se alejó con los niños. Unos segundos después salió sin los ornamentos apresuradamente a tranquilizar al pueblo.

Dí las órdenes como lo había indicado al cura y salí del pueblo con la tropa, yendo yo el ultimo. Y cuando nos habíamos retirado un tanto, ordené al corneta tocar atención y un punto agudo”, que era la señal para incendiar el pueblo. Minutos después los soldados encargados de esa misión se nos reunieron y continuamos al trote un largo trayecto.

¡Se puede conciliar en la guerra la energía con la benevolencia!”.

Es una lástima que no se pueda saber el nombre del pueblo que se salvó de ser incendiado.

Luego hace mención de que entre setiembre y octubre aumentó la actividad de los montoneros, realizando labores de sabotaje como cuando se apoderaron de un tren que corría entre Chiclayo y Lambayeque, cortaron un puente del ferrocarril e intentaron quemar otro, el telégrafo amanecía cortado casi diariamente. Hace mención a un hecho desconocido para nosotros , que lo describe así: “En cierta ocasión una partida como de veinte, todos montados llegaron a media tarde hasta la plaza de Chiclayo y después de disparar sus carabinas al centinela apostado en la puerta del cuartel y a varios soldados francos que en el trayecto encontraron, se retiraron. Se ordenó que los granaderos salieran a perseguirlos, pero la caballada estaba pastando en las inmediaciones, lo que indudablemente sabían los montoneros, y aunque se dispuso que rápidamente se alistaran no fue posible alcanzarlos”.

En esos momentos era tanta la agitación de los montoneros que para el servicio ocupaban tanto personal que a veces no se alcanzaban a descansar ni 24 horas. Para noviembre y diciembre se incrementaron las incursiones de los montoneros que salían muchas compañías a dispersarlos. Para mediados de diciembre llegó la orden de abandonar esta guarnición y nuestro cronista de época deja Chiclayo.

                                                                    Portada del libro

Todo lo narrado anteriormente lo sabemos gracias a que en 1925 publica aquel soldado chileno  Arturo Benavides Santos, en el ocaso de su vida su libro titulado “Seis años de vacaciones” que viene a ser, lo que vio de muchacho durante la Guerra con el Perú, sus recuerdos que se convierten en narraciones históricas y anecdóticas. Como todo relato de primera fuente es invaluable su aporte a la historiografía regional.

Este pues es otro rescate del olvido, en mi tarea de muchos años, de búsqueda de material bibliográfico lambayecano o lambayecanista ya que el autor escribe un capítulo dedicado a nuestra región y que mejor título le coloca que el de "Lambayeque", el cual consta de 19 páginas. 

 


lunes, 3 de enero de 2022

FUSILAMIENTO EN LA PLAZA DE LAMBAYEQUE(1847)

 


FUSILAMIENTO EN LA PLAZA DE LAMBAYEQUE (1847)




Una expedición científica, enviada por el Gobierno de Francia, estuvo en el Perú entre 1843 y 1847 al mando del Conde de Castelnau, acompañado del geólogo Vizconde de D’Osery, el naturalista Deville y el botánico Weddel.

El Vizconde D’Osery regresa del Cuzco a Arequipa y de allí a Lima con el fin de enviar por el Callao cajas para el Museo Nacional de Paris, con el material recogido; luego de  lo cual se reuniría con el resto de la expedición en la confluencia del Marañón con el Ucayali, dirigiéndose el Vizconde al norte del Perú, a Bellavista y de allí al rio Marañón, llevando además de los instrumentos científicos necesarios, el dinero para la segunda parte de su viaje.

El día 30 de noviembre de 1846 el Vizconde Eugene D’Osery inició su expedición en balsas desde el puerto del pueblo de Bellavista, contratando a cuatro balseros; al dia siguiente en el punto de Yusamaro, el científico fue atacado con el fin de robarle, por dos de los balseros, los hermanos Julca, siendo Julian quien inicia el ataque asestándole una puñalada a la altura de la tetilla, cayendo al suelo y siendo rematado por su hermano Luis  quien le asestó tres puñaladas, siendo luego desnudado y arrojado al rio.   Quienes al volver a los seis días al puerto, el tercer balsero Domingo Ubillus declaró ante el Juez de Paz de  Puyaya, que el Vizconde se había ahogado con sus pertenencias, sabiendo de estos hechos el Gobernador de Bellavista, pone en conocimiento al Subprefecto quien los envía donde el Juez de Paz de Jaén en donde declaran su crimen, cambiando su versión que fueron los Gibaros los que los habían matado.

Las posteriores declaraciones tanto de Ubillus como del cuarto balsero Marcelino Guevara (menor de edad), culpan directamente a los hermanos Julca, al igual que las posteriores declaraciones de testigos involucrados; pero veamos que sucedió después del asesinato del Vizconde D’Osery:

Muerto el Vizconde D’Osery, llevaron su equipaje a esconder entre los Gibaros civilizados, entre ellos un tal Gaspar Monteza y otros, haciéndoles partícipes de los bienes del occiso y para que no divulgaran el crimen les repartieron dinero en la cantidad de 29 pesos. Al estar en el pueblo, entregaron a sus esposas cinco onzas de oro y 93 pesos , una tapa de cigarrera fina, un libro y un cuaderno manuscrito en idioma francés y hicieron que se escondieran en la montaña. Por otro lado, las declaraciones de Joaquín Bamonte quien estando una noche custodiando a Julián Julca este le declaró que el era el asesino del Vizconde. Ha pesar que se enviaron dos expediciones , no se pudo hallar el cuerpo del infortunado viajero francés.

Se realiza el juicio y los hermanos Julián y Luis Julca son sentenciados a la pena de muerte, a Domingo Ubillus a cuatro años por ser cómplice y al menor Marcelino Guevara, se le ponga en libertad “puesto que no se advierte ninguna culpa de su parte” Sentencia dada  por el Juez de Primera Instancia del distrito judicial de las provincias de Jaén Chiclayo y Lambayeque.



Este fallo fue apelado la Corte Superior de Justicia de La Libertad confirmándose la sentencia para los hermanos Julca,  absolviendo definitivamente al menor Marcelino Guevara y en el caso de Domingo Ubillus se le redujo la pena “de cuatro años de presidio en el del Callao, reduciéndola a la de dos años  de servicio en las obras públicas de esta ciudad”.  

Posteriormente la Corte Suprema de Justicia de Lima el 16 de junio de 1847  envía comunicación al Ministro de Estado en el Despacho de Justicia , dándole a conocer la Sentencia, felicitando a los magistrados, jueces y funcionarios  que han intervenido en esta causa criminal “en que se hallaban comprometidos el honor nacional y la justicia pública”.

El día 17 de Junio se dicta lo siguiente: “ De conformidad por lo dictaminado por el Fiscal de la Suprema, no ha lugar a la conmutación de la pena de muerte a que han sido condenados Julián y Luis Julca: devuélvase los autos para que se cumpla la sentencia, previniéndose que debe remitirse la certificación de haber sido ejecutados dichos reos..”.



En los primeros días de julio, el ciudadano Pedro Pablo Anteparra, escribano público de Hacienda del Estado y registros del distrito judicial de las provincias de Lambayeque, Chiclayo y Jaén dice: “Certifico y doi fe a los señores que la presente vieren: que el dia de hoy seis del presente mes y año a las diez del día de él, fueron ejecutados los reos Julian y Luis Julca, por el atroz asesinato que perpetraron en la persona del Señor Vizconde D’Osery, por medio de cuatro tiradores de tropa veterana a cada uno de ellos, hallándose formado un cuadro en la plaza mayor, el batallón de infantería y el escuadrón de caballería cívica de esta ciudad, después de que se les acudieron a los susodichos con los socorros espirituales, de cuyo golpe de bala cayeron muertos, quedándose tendidos en el sitio de la ejecución, con lo que se dio cumplimiento a lo ordenado: todo lo que presencié yo el dicho escribano. Y para que obre los efectos que haya lugar, en testimonio de lo cual pongo la presente en esta ciudad de Lambayeque, a los seis días del mes de julio de mil ochocientos cuarenta y siete. – Pedro Pablo Anteparra”.

Este fusilamiento se da en la Plaza de Lambayeque en la primera mitad del siglo XIX, ya que para la segunda mitad se conocen otros dos casos, gracias al investigador Jorge Izquierdo Castañeda que publicó uno de sus trabajos en su BLOG “Lambayeque Camino al Bicentenario” el 2 de enero del 2013 con el título “La Plaza de Armas de Lambayeque” :


El 12 de abril de 1875, fue fusilado, en esta plaza, José Tomás Calderón, “quien había dado muerte, en el despoblado de olmos, a su patrón, a quien acompañaba, para robarle”. La ejecución se dio frente al Casino Civil Militar de esta ciudad. Lo curioso del caso es que el acto fue acompañado por la banda infantil de la ciudad, denominada “Banda Infantil Lambayeque”, compuesta por 26 muchachos de esta localidad (León Barandiaran. Paredes. 1934).

 

En esta plaza fueron también fusilados en 1878, los integrantes de la temida banda de ladrones capitaneada por “Carmen”  apodado “el Cacique” y de la que eran miembros también tres de sus hermanos, a quienes se les conocía  como “los Pichones”, se dice que uno de ellos contaba con tan solo 16 años de edad. El acto se llevo a cabo “frente a la puerta del Perdón” de la Iglesia San Pedro de esta ciudad, aquella que mira a la Plaza de Armas. Sus cadáveres “debidamente amortajados” fueron velados en el Hospital de Nuestra Señora de Belén (León Barandiaran. Paredes. 1934).

 

Esto pues es otro acontecimiento desconocido y olvidado de nuestra región,

BIBLIOGRAFÍA:

-Memoria del Ministro de Estado en el despacho de Gobierno, Instrucción y Beneficencia presenta al Congreso de 1847.

- “El Peruano” Periódico oficial del 13 de enero, 23 de junio y 24 de julio de 1847.

-Ilustraciones del Internet, la última de la revista "Hogar" de 1920


domingo, 2 de enero de 2022

EL TRÁGICO FINAL DE UN GRUPO DE ETENANOS (1841)

 


EL TRÁGICO FINAL DE UN GRUPO DE ETENANOS (1841)


                                                                  Foto de 1906

El pueblo de Santa María Magdalena de Eten, donde en 1649 se apareció el Niño Jesús en la hostia consagrada, pueblo indígena que luego de casi 200 años de este acontecimiento es decir en 1841 era un pequeño poblado dedicado a la agricultura y la artesanía, a la confección de ponchos de algodón y lana, ropa diversa además de objetos tejidos de paja como cigarreras, sombreros etc.

En aquel año de 1841, un grupo de pobladores se estaban acopiando de mercadería para llevarla a vender a las fiestas patronales en Huaraz, el entusiasmo era general y todos los grupos familiares contribuían con la producción de bienes.

Para el mes de agosto parten rumbo a Huaraz, siete hombres, siete cabezas de familia llenos de mercadería e ilusiones, ya que sabían que a su regreso sus problemas se resolverían y habría mejoras para sus familias.

Aquellos padres de familia: Pedro López, José Cumpa Velásquez, Nicolás Nisisup, Andrés Nisisup, Manuel Nachuñiay, Bernardo Estrada y Carlos LLumpo;  estuvieron por Huaraz en las fiestas patronales y lograron vender todos sus productos, e iniciaron el regreso a su querido pueblo de Eten.

                                                   Foto de Bruning inicios del siglo XX

En el regreso de aquellos industriosos indígenas del distrito de Eten, todo era alegría, las ventas habían sido buenas y el viaje de retorno se daba sin ningún novedad hasta que aquel 6 de octubre, en el camino de Nepeña a Santa son asaltados por siete forajidos naturales de esta zona, armados de carabinas y espadas, luego de ser sorprendidos son llevados fuera del camino a una distancia de dos leguas para robarles los tres mil pesos que traían encima de las ventas, no contentos con ello, los amarraron y pusieron con la cara al suelo, dándole muerte a balazos y cuchilladas; luego de este atroz acto criminal , se sentaron a comer de las provisiones que les quitaron, a contar el dinero robado y repartírselo.

¿Cómo se pudo saber estos pormenores? Lo que pasó fue que al indígena Carlos Llumpo a pesar de las tres heridas que recibió, se tuvo que fingir estar muerto ante la presencia de los asesinos para no ser rematado; para tiempo después liberarse y pedir ayuda.

El prefecto del departamento de La Libertad, era el Coronel José María Lizarzaburu, quien con el conocimiento de los hechos, se encontraba tan indignado y es quien se encarga de informar a las autoridades del Gobierno en Lima. Pues, dicho Coronel al tener conocimiento que los ladrones habían pasado al departamento bajo su mando ordenó la salida de doce hombres al mando del mismo Intendente de la policía para su ubicación y captura. Con esta palabras se manifiesta al informar a las autoridades de Lima: “ ….y siendo estos unos monstruos, unos ladrones famosos, en caso de ser tomado advierto a US. Que para cumplir con mi conciencia y ejemplarizarlos como corresponde, los hago fusilar sin mas término que el necesario para que reciban los auxilios espirituales…”

A todo esto el Supremo Gobierno el 23 de noviembre le envía la nota siguiente:” En la nota de US. de 13 del corriente en que da parte del asesinato de seis padres de familia cometido por una partida de ladrones, ha reconocido el gobierno su celo por el bien de los particulares y han sido de la aprobación de S.E. las medidas que US. ha tomado para que sean aprendidos y castigados aquellos facinerosos; pero no le es posible autorizar a US. para que, si son aprendidos, se los ejecute sin el juicio correspondiente”.

De igual forma el Prefecto del departamento de Ancash recibe una nota similar del Supremo Gobierno

De otro lado en el pueblo de Nepeña el herido Carlos LLumpo es atendido y el Juez de Paz de esa Villa se hizo cargo del caso tomándole según lo manifiesta el Juez Manuel Cordero “declaraciones  muy circunstanciada”, quien también esta impactado con estos hechos luctuosos y en la carta enviada al prefecto del Dpto. de La Libertad le dice: “….y por mi parte no omito medio alguno con el fin de lograr descubrir a los malvados o sus satélites…”



Estos hechos los conocemos gracias a la publicación del periódico El Peruano de fecha miércoles 24 de noviembre de 1841, es lamentable que no se ha podido ubicar con fecha posterior si se logró capturar a los facinerosos.

Estos hechos que sucedieron hace ya  ciento ochenta años, nos hace compararlos con la actualidad y reflexionar si hemos avanzado como sociedad.