lunes, 13 de enero de 2020

Español en Chiclayo



UN ESPAÑOL AVENTURERO EN CHICLAYO (1863)



Corría el mes de agosto de 1863 cuando tuvo lugar en la hacienda de Talambo un grave incidente social. Por esa época, la mencionada hacienda estaba dentro de la provincia de Chiclayo y tenía como producción principal el algodón; su propietario era don Manuel Custodio Salcedo Peramás * quien con su socio Ramón Azcárate (guipuzcoano) trajeron de España sesenta familias, llegadas en 1860, a fin de dedicarlas al cultivo algodonero. El incidente al que nos referíamos tuvo su antecedente en las reclamaciones de los colonos por incumplimiento de los términos del contrato y llegó a su punto culminante con el asesinato del colono Juan Miguel Ormazabal más un saldo adicional de cuatro de sus compañeros heridos. En los días que siguieron tuvieron lugar hechos condenables cometidos por gente de la zona en agravio de los colonos extranjeros. A ello se sumó la inacción de las autoridades tanto políticas como judiciales. La corte de justicia había dado un tratamiento inadecuado a la causa de Talambo provocando el aplazamiento indefinido del castigo de los criminales lo que dio motivo a una enérgica protesta del Cónsul de España en Lima.



                                                                        
                                                                         Don Manuel Salcedo y Peramás


España presentó ante el estado peruano a su embajador en Bolivia con el título de Comisario Especial Extraordinario de S.M. Católica en el Perú, señor de Salazar y Mazarredo, el mismo que entregó un manifiesto al gobierno peruano en base a informaciones recibidas de sus compatriotas, luego de lo cual viajó a España. Posteriores incidentes, en el ámbito nacional, dieron lugar a las más enérgicas reclamaciones del consulado español y del gobierno de la península. Entretanto, el almirante de la flota Española, D. Luis Hernández Pinzón, recibió pedidos de ayuda de varios súbditos españoles residentes en Lima que notificaron al marino sobre los apuros que estaban pasando los sobrevivientes de Talambo, muchos de los cuales se habían refugiado en Lima y Pacasmayo de modo que para recogerlos el almirante Pinzón envió la goleta Covadonga hacia Pacasmayo. Asimismo, como medida de presión, el mismo almirante, a instancias del plenipotenciario español, ocupó las islas de Chincha, situadas a unos 20 km de El Callao y ricas en guano, ocupación que fue llevada a cabo con prontitud y sin hallar resistencia de los trescientos soldados peruanos de guarnición (que fueron enviados de vuelta a El Callao) ni por parte de la corbeta Iquique, que fue apresada. EL almirante realizó la ocupación a título de reivindicación y exigió al gobierno de Lima tres millones de pesos como indemnización a los vascos huidos de Talambo y amenazó con bombardear el Callao si no se cumplían sus exigencias. El presidente del Perú, general José A. Pezet, terminó aceptando dichas exigencias y con ello el tema de Talambo se convirtió en el pretexto usado por España para declarar la guerra al Perú, la misma que culminó en el combate del 02 de mayo de 1866.
El evento de Talambo y sus derivaciones bélicas dejaron en evidencia la intención española de recuperar sus antiguas colonias, pero al mismo tiempo que las condiciones para conseguirlo se iban alejando cada vez más a pesar de las debilidades de las jóvenes repúblicas americanas. En concordancia con ello el ánimo popular dejaba entrever con mayor o menor razón su rechazo a lo español.




Como anotamos más arriba poco después de los sucesos de Talambo se reportaron atropellos y vejaciones contra españoles en diversos puntos del pais: Ramón Prieto en Singa (Junín)**, Juan José Uceda en Poloc (sic.) (Cajamarca: es Polloc), José Manuel Barros en Moyobamba, Lorenzo Apaulaza en Abancay y Ramón Contador en Chiclayo.
Veamos más de cerca al último de los nombrados. El señor Ramón Contador llegó con su esposa a Chiclayo como abogado conocedor de las leyes y se distinguió porque habitualmente sus escritos podían ser calificados de “descomedidos”. En una de las causas que defendió, y arrastrado por su carácter impetuoso, “dirigió en la plaza pública palabras ofensivas al juez, abusando así de la natural benignidad de nuestras autoridades. No contento con esa falta, amenazó de muerte al actuario, pistola en mano; y hubiera consumado su amenaza sin los esfuerzos de su esposa para contenerlo”.






Pero es conveniente retroceder en el tiempo a fin de tener una idea más clara de la persona que respondía al nombre de Ramón Contador Muñoz ***. Había pasado por Arequipa esparciendo la voz de que era abogado, ingeniero civil del Estado y químico además de representante de la nación española en la isla de Cuba. Durante su estadía en  Camaná recibió el apodo de “Doctor Gavilán” por los engaños que cometió en agravio de varios  ciudadanos: a don Juan Riega le robó unas onzas de oro, a don Pedro Delgado carneros, gallinas, chanchos y algunas arrobas de aceite, engañó asimismo a hacendados y comerciantes de los que obtuvo mercancías fiadas y dinero prestado que jamás devolvió. Lo más resaltante fue el engaño del que resultaron víctimas el cura vicario don José Mariano de la Cuesta y la municipalidad por una suma superior a los cuatrocientos pesos que debía destinarse a la construcción del altar mayor del templo de Nuestra Señora de la Concepción, propósito que quedó truncó cuando el “abogado” Ramón Contador rescindió el contrato después de  haber recibido adelantos de dinero todo lo cual provocó el levantamiento del pueblo, cansado de sus atropellos; Contador fugó hacia Arequipa, asegurando que devolvería el dinero y, quizás en prueba de su supuesta buena fe, dejó un garante que tuvo que asumir la deuda de lo ilegalmente apropiado por Contador. Subrayemos que hasta el final de su permanencia en Camaná siguió con sus particulares hábitos al apropiarse de los “útiles de marcha” que le dieron prestados y hasta “los derechos de flete” de un arriero que llevó consigo.
Al parecer, Contador decidió poner la máxima distancia con sus perseguidores y viajó al norte. Fue así como llegó a Chiclayo y pronto volvió a hacer de las suyas tal como lo dijimos en uno de los párrafos anteriores y del mismo modo que en Camaná también en Chiclayo el señor Contador llegó a sentir la indignación general de los pobladores, aunque en esta ocasión y por “los supuestos estropeos y vejámenes que dice le infirieron” se adelantó a recurrir a las autoridades judiciales y administrativas nacionales en demanda de garantías. (desconociéndose en qué concluyeron dichas demandas).


                                                                  
                                                                        Libro consultado sobre el tema

Esta es a grandes rasgos la historia de un aventurero venido de fuera que logró convencer a la gente sencilla de provincias de una grandeza que solo existía en su imaginación pero que le permitió gozar de beneficios irregulares durante un buen tiempo.


*Manuel Salcedo nació en Lambayeque en 1802 y falleció el 11 de junio de 1877; casó en la Iglesia de Lambayeque con María Josefa Ruiz Ugaz. El presidente Augusto B. Leguía Salcedo fue su sobrino nieto. Según el investigador Jorge Izquierdo Castañeda, Manuel Salcedo donó el reloj que se encuentra en la torre de la Iglesia San Pedro de Lambayeque.
** En 1823 pasó pertenecer a Huánuco, después a Junín y el 24 de enero de 1869 quedó integrado al departamento de Huánuco.
***Ramón de Contador Muñoz nació en Almagro, provincia de Ciudad Real, comunidad autónoma de Castilla – La Mancha ( España ), en 1818; contrajo matrimonio en Arequipa con Manuela Gregoria Valdivieso Bustamante el 27 de octubre de 1860 y falleció en Lima el 13 de octubre de 1891.


 BILBLIOGRAFIA CONSULTADA:

-Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores presentó a la Legislatura Ordinaria de 1864 sobre los asuntos de España.
-Dibujo de Noé Solano V., tomado del libro “Anecdotario Nacional” de Carlos Fernández Mora –Segundo  Tomo –San José –Costa Rica 1956.
-Datos tomados de Internet:

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