DOS
VIUDAS ARBULÚ, MENCIONADAS EN LAS PAGINAS DE NUESTRA HISTORIA REGIONAL
La historia lambayecana tiene
innumerables capítulos poco estudiados e incluso desconocidos. No todos ellos
son de igual importancia pero hasta en
los capítulos menores es posible encontrar rastros de la vida del pasado que
podrían ayudarnos a entender nuestros orígenes y los cambios que se han ido
produciendo en esta tierra a la que estamos ligados aun a la distancia quienes se formaron al calor de sus paisajes,
gentes e historias.
En Lambayeque uno de los apellidos
más representativos es Arbulú, asociado tanto a personalidades conocidas en la
vida institucional, empresarial o deportiva como a personas menos visibles pero
que tuvieron su propia relevancia en el plano familiar que es también un
componente importante de toda sociedad. En
ese marco, vamos a referir asuntos relativos a dos señoras de apellido Arbulú cuyas huellas hemos
rastreado en documentos lambayecanos del pasado.
Teresa Arbulú Mondoñedo, nació en Chiclayo
en 1845 y falleció en la misma ciudad el 14 de abril de 1927 a los 82 años, víctima
de un carcinoma hepático. Fue hija natural de don José María Arbulú y Cler (que
algunos estudiosos nombran como Clark)* y
de Carmen Mondoñedo. Contrajo matrimonio con Adolfo Meyer, natural de Appenzell- Suiza,
llegado a Chiclayo en 1864 como tenedor de libros de la Casa Solf y Cía. ** El matrimonio Meyer Arbulú tuvo
cuatro hijos: Dionicio Enrique Adolfo (Chiclayo,1864), Daniel Alfredo (Chiclayo,1866),
Pedro Hernesto (Chiclayo,1867), y Adolfo (Chiclayo,1869/ 01-10-1921) . A modo
de referencia, conviene tener en cuenta que el padre (natural) de la Sra.
Teresa fue quien obsequió el terreno para la construcción del Teatro Dos de
Mayo de Chiclayo e integró la Honorable
Junta de Beneficencia (1837-1874) antes que ésta se convirtiera en Sociedad de Beneficencia
Pública; por otra parte, fue asimismo propietario de las haciendas Sipán, La
Punta y Calupe y su hermosa casa de Chiclayo resultó quemada por los chilenos
al mando de Patricio Lynch en 1880.
Entre finales de 1867 y el 7 de Enero
de 1868, tuvo lugar en Chiclayo la rebelión victoriosa de don José Balta. El
pueblo chiclayano tomó decididamente partido en favor de Balta y en contra de
las tropas enviadas por el gobierno para aplastar la rebelión. Las tropas
gobiernistas, comandadas por el coronel Mariano Pío Cornejo, capturaron el
molino Solf para sitiar desde allí a Chiclayo. Cuando la rebelión de Balta
triunfó, la turba saqueó e incendió el molino Solf porque creía que el señor
Solf, de nacionalidad alemana, había traicionado a Balta. Según el historiador
Jorge Zevallos Quiñones, las cenizas del molino humearon durante una semana y
media (“Historia de Chiclayo”, pág. 124).Tanto el dueño del molino como los
extranjeros que trabajaban para él reclamaron ser indemnizados por el estado
peruano. El señor Solf había perdido su molino y algunos de sus trabajadores perdieron sus enseres personales porque vivían dentro del
molino.
Hacia 1870 se había culminado con las reclamaciones de los
norteamericanos afectados y teniendo en
cuenta tal antecedente los alemanes
hicieron lo propio. Con tal finalidad fue nombrado por parte del Perú el
doctor Manuel Teodoro La Rosa y por
parte de los intereses alemanes el Sr. Alfredo Bohl; para el caso de que fuera necesario se designó como
dirimente al Encargado de Negocios y Cónsul General de Italia Sr. Hipólito
Garrou.
Dentro de los reclamantes alemanes no
figuró el Sr. Meyer (quien aunque era suizo estaba bajo la protección alemana)
pero después de su muerte, su viuda la Sra. Teresa Arbulú presentó una
reclamación aduciendo perjuicios durante la rebelión de Balta. El 20 de agosto
de 1873 se analizó la petición de la viuda de Meyer. Ella reclamaba una
indemnización de 3,253 soles. Los comisionados nombrados en el párrafo anterior
concordaron, aunque por distintas consideraciones, en adjudicar a dicha viuda e
hijos menores:”la suma de 500 soles por los perjuicios que su marido sufrió en
Chiclayo después del combate del 7 de
Enero de 1868. Como valor de artículos y animales que asegura tomaron a su
marido las fuerzas que mandaba Balta”.
Los comisionados estuvieron de
acuerdo en que la familia dejada por el
Sr. Meyer al morir estaba
compuesta solo por peruanos y, en
consecuencia, no les correspondía la protección alemana; sin embargo, el
comisionado alemán había recogido en Chiclayo informes fidedignos que, por una
parte, señalaban que las pérdidas sufridas por Meyer no habían tenido la
magnitud reclamada por la viuda aunque, por otra parte, ni ella ni su marido
habían solicitado apoyo por los gastos de la enfermedad que provocó la muerte
del Sr. Meyer de modo que habiendo quedado dicha viuda y sus menores hijos en una situación de
indigencia acordaron concederles la suma ya mencionada. No hubo razón para requerir
la intervención del tercer comisionado.
Pasamos ahora a exponer el segundo
caso de los que integran la presente nota histórica. Nos corresponde pues
hablar de la Sra. Enriqueta Arbulú León (o Enriqueta Ruiz de Arbulú y León) la
misma que nació en Chiclayo en 1833 y falleció el 15 de abril de 1930, asimismo
en Chiclayo, víctima de la tifoidea. Sus padres fueron don Pedro Advíncula Ruiz
de Arbulú y Salmón y doña Carmen León de la Cuadra. La familia llegó a estar
integrada por doce hermanos (6 hombres y 6 mujeres). Doña Enriqueta Arbulú casó
con Martín Hernández de Ostolaza el mismo que llegó a nuestra localidad (mientras
era Bachiller en Jurisprudencia) para
ejercer como profesor del Colegio de Chiclayo en 1859 lo que significa que fue profesor fundador del colegio “San José”.
Hacia 1865 ya era abogado y obtuvo el nombramiento de Juez de 1° Instancia de
Chiclayo y para 1878 tenía la función de
adjunto al Señor Fiscal de Chiclayo. Por lo demás al finalizar la revolución de
Balta, en enero de 1868, fue nombrado Director del Colegio San José.
Augusto León Barandiarán y
Rómulo Paredes cuentan en la pág. 49 de su
libro “A Golpe de Arpa”, (1935) que en
cierta ocasión Martin Hernández Ostolaza
funcionó como presidente de una mesa receptora de sufragios, cuando todavía no
había voto secreto. ***
Partida de defunción de Enriqueta Arbulú
En cuanto a su esposa, la Sra.
Enriqueta Arbulú, dejamos constancia de que murió en 1930 a los 97 años,
estando ya en condición de viuda. En contraste con la situación de la Sra.
Teresa Arbulú, que reseñamos en los primeros párrafos de la presente nota,
hemos encontrado que en el informe de la
Sociedad de Beneficencia Pública de Chiclayo referido al año 1946, el Sr. Ramón
Vélez, dio a conocer en su condición de presidente de esa sociedad que dicha
institución tenía depositado en los bancos locales, entre otros fondos, un
rubro denominado : “Legado Enriqueta
Arbulú Vda. de Hernández” conformado por la suma de 27,407.25 , cantidad
mucho mayor a los 20,000 soles del fondo llamado “Donación Juan Cuglievan”.
Fueron dos señoras Arbulú, la primera
que a la muerte de su esposo pasaba angustias junto a sus pequeños hijos y la
segunda que estando viuda se desprendió de parte de su riqueza para darla a los
más necesitados. Las dos provenían de un mismo tronco familiar.
*Su padre
don José María Arbulú Cler (o José Maria Ruiz de Arbulú y Cler) fue hijo de don
José Mauricio Ruiz de Arbulú y Salmón (1780) y de doña Rosa Cler y Rojas. Don José María
contrajo nupcias con María del Carmen Buenaño Delgado, hija de don Pedro Pablo
Díaz-Buenaño y Navarrete (Ayudante del Regimiento de Cívicos de Lambayeque) y
de doña Clara Delgado y Fernández de la Cotera.
**( Boletín
de Lima, # 149, 2007 “La presencia de Suiza en el Perú”),aunque en nuestra
opinión pudo llegar unos meses antes, en 1863, ya que su primer hijo nació en
los primeros días de octubre de 1864.
*** Corría el año de 1903 y en las elecciones de ese año don
José Pardo ganó la presidencia. El
asunto es que en la mesa presidida por
Hernández Ostolaza se produjo un
escándalo por ciertas atingencias que hiciera un delegado del Partido
Demócrata; llegó la policía y ordenó al presidente suspender la mesa. Don Martín como buen abogado y cumplidor de las
órdenes de la policía, buscó cuatro ladrillos
y los colocó en cada pata de la mesa, con lo que cumplió al pie de la
letra la orden: Suspendió la mesa.
Bibliografía:
-Reclamaciones Alemanas-Anexo a la
memoria de Relaciones Exteriores presentada al Congreso por el ministro del
ramo. Lima 1874. 99 pag. (Al tener
abundante información sobre nuestro pasado, este libro pasaría a formar parte
de nuestra Bibliografía Lambayecanista)
-Memoria leída por el Presidente de la SBPCH, Sr. Ramón Vélez, en
la sesión de junta general celebrada el 9 de abril de 1947, correspondiente al
año administrativo de 1946.
-“A Golpe de Arpa” de Augusto León
Barandiarán y Rómulo Paredes, 1935.
-Historia del Colegio Nacional de San
José de Chiclayo de Alejandro O. Araujo, 1959.
-Dibujo de Noé Solano V. - Tomado del libro "Anecdotario Nacional" de Carlos Fernandez Mora . San José-Costa Rica 1956.
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